jueves, 2 de abril de 2015

Milán, moda, historia y pasión

Milán, la metrópoli del Norte de Italia es una urbe con casi siete millones de habitantes en su área metropolitana pero, asimismo, el centro industrial, financiero y comercial de ese país y, junto con Nueva York y París, capital de la moda y del diseño a nivel mundial.

Eso no es todo lo que hay que decir sobre esta ciudad, ya que también cuenta con una gran cantidad de actividades culturales y de ocio, a lo que se suman las ventajas de poseer un centro histórico de pequeño tamaño, donde la mayoría de sus puntos de interés se pueden recorrer a pie.

Situada en la región de Lombardía y poseedora de una prolongada historia, esta población cuenta no sólo con una impresionante catedral, es además el sitio donde se halla uno de los teatros de mayor fama, varios castillos, antiguas iglesias y gran variedad de museos y galerías, pero también ofrece la posibilidad de alejarse del ruido citadino para relajarse y disfrutar de la naturaleza al pasear por sus afueras.

Muchos siglos

Su origen es antiguo; el lugar donde hoy se encuentra Milán ya estaba poblado hacia el año 400 a.C. por tribus celtas que habitaban el Norte del río Po. Para 196 a.C. fue ocupada por los romanos, quienes la llamaron “Mediolanum”, por su estratégica ubicación militar para combatir a los bárbaros teutones y las rutas comerciales que confluían en ese punto.

Fue ahí donde, en 313 d.C., donde el emperador Constantino el Grande legalizó por edicto el cristianismo. Después, en 374, San Ambrosio fue su obispo para después convertirse en patrón de la ciudad. A pesar de ser, por breves lapsos, capital del Imperio Romano de Occidente, fue también víctima de numerosos saqueos por parte de tribus bárbaras.

Milán siempre se benefició del comercio, desde los tiempos en que los árabes dominaban el Mediterráneo; para el siglo XII, era un centro textil de inmensa riqueza. Su relevancia política y económica creció cuando fue Ducado, pues fue la gran potencia del norte de Italia durante la Edad Media y el Renacimiento, ya que por su corte pasaron Bramante y Leonardo da Vinci.

Desde fines del siglo XVIII y hacia adelante, los Habsburgo y Napoleón se disputaron su dominio y se dice que entonces fue cuando Milán se volvió uno de los principales focos del nacionalismo italiano; lo anterior parece probarlo que se convirtiera en la cuna del fascismo, pues en 1919 Mussolini tuvo ahí sus primeros seguidores. Tras la Segunda Guerra Mundial, la ciudad recuperó su industria y crecimiento.

Símbolos de la ciudad

Ahora, para el visitante, los atractivos de Milán guardan, cada uno, un pedazo de historia, arte y tradición; posee monumentos, iglesias, museos y plazas que captan el interés del viajero, como la imponente Catedral, una estructura de carácter gótico de grandes dimensiones (es la cuarta más grande de Europa); de igual modo, es imposible evadir a Santa Maria delle Grazie, remodelada de 1466 a 1490 por Bramante y reconocida por albergar en su interior la mundialmente conocida “Última Cena”, pintada por Da Vinci.

Por supuesto, la Galería Vittorio Emanuele II no debe pasarse por alto, en ella están las mejores tiendas de ropa, librerías y bares; además, atendiendo a las necesidades del turista contemporáneo, puede cualquiera darse una vuelta por el famoso estadio del club local de futbol, el AC Milán, que popularmente se conoce allá como San Ciro.

Es posible ir luego al Palacio Real, antigua casa de gobierno y protagonista de sucesos históricos (hoy es un centro cultural); de ahí puede visitarse la Pinacoteca de Brera, considerada como uno de los museos más importantes en Europa y el mundo (otros museos de renombre son el Poldi Pezzoli, que desde 1881 expone arte del siglo XIV, y el Museo Nacional de la Ciencia y la Tecnología ‘Leonardo da Vinci’, dedicado al reconocido artista, inventor, científico y pintor).

Opciones para caminantes

Por la calle, el viajero debe dar una vuelta por el Arco della Pace, el monumento clásico que señalaba el ingreso a la ciudad; ahora, quizá su más famoso sitio de interés sea el Teatro alla Scala, uno de los teatros más célebres del mundo, fundamental para la historia de la música y la ópera. Pero, por igual, puede despertar el encanto ir al Cementerio de Milán, sitio de reposo para miles de personajes famosos, considerado como un museo al aire libre de escultura y arquitectura.

Ahora bien, tratándose del espacio público de una ciudad tan antigua, las plazas —como en casi toda Italia— son esenciales y un recorrido no debe evitar la Piazza Cordusio, en el “barrio de los negocios”, un auténtico centro neurálgico donde está la Bolsa de Valores y la Cámara de Comercio; se sugiere también la Piazza del Duomo, punto de encuentro legendario y centro de negocios por más de siete centurias.

Si lo anterior no basta, el turista puede caminar hacia la Piazza Mercanti, cercana a la del Duomo, a la que se conoce como el “corazón medieval” de la ciudad; asimismo, cabe recordar que Milán posee numerosos palacios históricos de gran fama, por lo que no estaría de más visitar el célebre Castillo Sforzesco, que fue sede de gobierno en la era de la familia Sforza.

Para moverse

Prácticamente, a semejanza de otras grandes ciudades del viejo continente, llegar a Milán no genera problemas —salvo de presupuesto— y desde cualquier punto de Europa se puede viajar a la capital de Lombardía por tren (lo mismo que por carretera, aunque toma más tiempo); el hecho de ser un punto esencial para el comercio y la industria a nivel mundial, hace que tenga también una sólida infraestructura turística. La mejor recomendación es utilizar el avión, el auge de vuelos a bajo costo ha provocado que en los últimos años pasen por los aeropuertos de Milán cerca de 35 millones de pasajeros; si se reserva con tiempo, es posible hallar vuelos por poco más de 50.






Fuente: informador.com.mx

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