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Por fuera, una pared de piedras que pasa desapercibida. Por dentro, una de las maravillas del mundo. La gruta azul es una cueva marina que se encuentra en la Isla de Capri, su particularidad es el color turquesa del agua, que brilla en medio de la oscuridad gracias a una entrada de luz que alumbra el fondo de la gruta, como una especie de foco natural.
La única manera de ingresar es en bote porque su entrada es tan angosta que es necesario agacharse para poder pasar sin chocar la cabeza con las rocas. Una vez dentro no se escucha ningún sonido, entonces los marineros aprovechan el silencio para demostrar sus dotes artísticas y cantan alguna balada para poner en relieve los ecos.
Sin embargo, el paseo en esta cueva está determinado por los cambios climáticos, ya que si la marea está alta la entrada se cubre completamente y si el mar está picado no se puede pasar porque es riesgoso.
El lugar tiene dos historias ancestrales: según la mitología romana, era un santuario para las ninfas del agua y, por otro lado, se dice que el segundo emperador romano, Tiberio César Augusto, utilizaba la cueva en el año 20 como baño personal y tenía un pasaje subterráneo que lo llevaba hacia la ciudad.
La Gruta Azul era evitada por todos los isleños, que temían toparse con el fantasma de Tiberio, hasta que en 1826 el pintor austríaco August Kopisch se atrevió a explorarla y, a partir de allí, este prodigio natural se convirtió en una de las mayores atracciones mundiales.
Fuente y foto: sobrecolores.blogspot.com.ar/ - www.minube.com - portalitalia.com
La única manera de ingresar es en bote porque su entrada es tan angosta que es necesario agacharse para poder pasar sin chocar la cabeza con las rocas. Una vez dentro no se escucha ningún sonido, entonces los marineros aprovechan el silencio para demostrar sus dotes artísticas y cantan alguna balada para poner en relieve los ecos.
Sin embargo, el paseo en esta cueva está determinado por los cambios climáticos, ya que si la marea está alta la entrada se cubre completamente y si el mar está picado no se puede pasar porque es riesgoso.
El lugar tiene dos historias ancestrales: según la mitología romana, era un santuario para las ninfas del agua y, por otro lado, se dice que el segundo emperador romano, Tiberio César Augusto, utilizaba la cueva en el año 20 como baño personal y tenía un pasaje subterráneo que lo llevaba hacia la ciudad.
La Gruta Azul era evitada por todos los isleños, que temían toparse con el fantasma de Tiberio, hasta que en 1826 el pintor austríaco August Kopisch se atrevió a explorarla y, a partir de allí, este prodigio natural se convirtió en una de las mayores atracciones mundiales.
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