domingo, 25 de mayo de 2014

Italia dividida

Por: Lucía Duarte Basílico
duartebasilico@gmail.com



En los años setenta, la región italiana del Véneto tenía una economía predominantemente agraria. Por razones culturales, lingüísticas e históricas (empezando por la singularidad que supuso, hasta su división por Bonaparte, la República de Venecia), el Véneto podía ya con toda legitimidad oponerse a cualquier vocación uniformizadora por parte del tardío Estado italiano. En ese Véneto agrario salpicado de admirables ciudades, los problemas de la Italia meridional eran percibidos como diferentes, pero nunca ajenos, y ni siquiera disociables de los propios.

Sin embargo, en los últimos decenios, la región ha experimentado una mutación económica, y su PBI ha pasado a ser el tercero de Italia. En consecuencia, de tierra de emigración (tres millones de personas desde finales del XIX) ha venido a serlo de inmigración, procedente del sur peninsular, pero asimismo del otro lado del Mediterráneo y de los denominados países del Este.

En la década de los ochenta, caído el muro de Berlín, proliferaron las formaciones que en la Italia septentrional desembocarían en la Lega Norte, de la cual es parte activa la Lega Véneta. Uno de sus miembros, Luca Zaia, preside hoy la región desde un palazzo emblemático de Venecia. Una Venecia que Zaia ve en conflicto con esa otra ciudad-espejo que es Roma, la cual encarna, según sus literales palabras, un “régimen despótico” al servicio de la Italia meridional, que Zaia no está lejos de considerar intrínsecamente indigente, y solo susceptible de escapar a la miseria por su habilidad para el expolio del Norte, por supuesto.

En consecuencia, la formación de Zaia propugna la secesión de la República Véneta, aunque de momento defiende el programa común de las formaciones de la Lega Norte: sobre todo, soberanía fiscal que acabe con el parasitismo meridional y leyes anti-inmigratorias que pongan coto a la presencia foránea, asunto en el que sobresalió, en su etapa de ministro del Interior del Gobierno de Berlusconi, el hoy secretario general de la Lega, Roberto Maroni, soberanista del Norte, pero ducho en el arte de convencer a los despreciados meridionales de la conveniencia de obviar sus diferencias, aunando fuerzas en la tarea de asediar al inmigrante. Siguiendo la idea de separarse del resto de Italia, los ciudadanos de Venetto llevaron adelante una consulta popular donde la secesión consiguió un 89% de los votos positivos. Si bien el referéndum no tiene ninguna validez legal (ya que se podía votar por teléfono e internet), la independencia del estado está en boca de la gran mayoría de sus residentes.

El malestar de Italia consigo misma y con Europa se agranda hasta alcanzar la xenofobia cuando el norte mira hacia el sur a través del cristal de sus prejuicios y solo ve manos que piden sin dar. El desprecio de la Liga Norte hacia la “Roma ladrona” —el más suave de sus apelativos— se hace ahora extensivo, con toda la virulencia de la campaña europea, a Bruselas. No hay mejor ejemplo del nivel de repulsión y virulencia que vive Italia que la intervención reciente del diputado Gianluca Buonanno, candidato al Parlamento Europeo por la Liga Norte, en un programa de televisión. “Nosotros los del norte, estamos hartos de pagar la recogida de basuras de Nápoles, Catania o Palermo, estamos hartos de esta Europa dirigida por los bancos, que no combate la inmigración clandestina y que ha empobrecido a los italianos con su moneda criminal. Es una Europa que nos da asco. Basta ya con el nazismo financiero impuesto por Angela Merkel”.

Zaia aseguró en una rueda de prensa en la asociación de corresponsales extranjeros en Roma, que en las elecciones regionales de 2015 llevará en su programa electoral la propuesta de independencia del Véneto y que su modelo a seguir en ese sentido es el de Cataluña (otro de los frentes independentistas en Europa). Porque aunque el Parlamento de la región aprobara la convocatoria de una consulta independentista, es seguro que la misma sería impugnada por Roma.

De lo que no queda duda después del referéndum es que la crisis está fortaleciendo los sentimientos independentistas en el Véneto, que durante 1.100 años fue un estado propio y soberano. Según las cifras que daba el propio Zaia, los habitantes del Véneto soportan una presión fiscal la media del 68,5%, frente a la media de la UE del 46 % y la del 25% que hay al otro lado de la frontera, en la zona austríaca. Es por eso por lo que varias empresas de la zona, donde en total se cuentan 900.000,se están trasladando a otros lugares. Además, el Véneto deja en Roma cada año 21.000 millones de euros en concepto de cuota de solidaridad con el resto de Italia.







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Fuente: hispanidad.com

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