sábado, 4 de abril de 2015

El escenario del Imperio

Por: Macarena Kelly
macagkelly@gmail.com




En la ciudad de Roma se puede encontrar uno de los principales testimonios de la civilización que dio origen a su nombre; El mítico Coliseo yace como símbolo del antiguo imperio, con marcas del paso del tiempo pero como vivo recuerdo de lo que algún día fue.

La construcción del Coliseo empezó bajo el emperador Vespasiano, en torno al año 71 d.C., en un espacio que había quedado liberado tras el incendio de un anfiteatro anterior levantado casi cien años atrás. La inauguración –cuyos festejos se prolongaron durante cien días– se produjo en el año 80 y ya bajo el reinado de su hijo Tito. En aquel entonces fue nombrado anfiteatro Flavio, en honor a ambos emperadores, pertenecientes a la “Gens Flavia”.

Finalmente, el emperador Domiciano culminó las obras en el 82, añadiendo un último piso. De estructura interior radial, estaba organizado en cinco niveles en los que se agrupaba la muchedumbre, con áreas delimitadas según la clase social: cuanto más cerca de la arena se hallaban mayor era el rango al que pertenecían.

Hasta 50.000 espectadores podían participar de las sangrientas diversiones con que los emperadores cortejaban al pueblo.

Antes de empezar la lucha, los gladiadores saludaban al emperador con el clásico «Ave, imperator, morituri te salutant». Varias parejas o grupos combatían a la vez, cuando un gladiador era herido, podía solicitar el perdón. El emperador escuchaba la opinión de la muchedumbre sobre si había luchado como era debido. Si todos agitaban el pañuelo al caído se le perdonaba la vida. En caso negativo, la gente volvía hacia abajo el puño con el pulgar tieso y el gladiador era rematado por el vencedor o por un sirviente. El gladiador victorioso era recompensado con riquezas y conseguía ganarse las simpatías del público. El más preciado honor que podían obtener era el sable de madera (rudis) símbolo de liberación.

También se escenificaban batallas mitológicas e históricas con los contendientes convenientemente disfrazados. Estas escenas servían para dar muerte a los condenados de Una manera «imaginativa»: mientras que en los espectáculos normales la muerte del protagonista era ficticia, ya que en el último momento se le sustituía por un monigote en el circo, el actor destinado a morir, moría de verdad.

Aunque no era su espacio natural, en el Coliseo también llegaron a celebrarse naumaquias o simulacros de batallas navales, como la ofrecida en tiempos de Domiciano. Para conseguirlo algunas zonas del pavimento se eliminaban para inundar la arena de agua.

En la Edad Media fue saqueado innumerables veces, sus mármoles, estatuas y bloques de travertino fueron sacados de su interior y utilizados para la construcción de otros edificios como el palacio de Venecia, La Cancillería, el palacio Barberini y parte de la Basílica de San Pedro.

Más allá de todo, lo que perdura del Coliseo sigue resultando imponente. Un escenario que continúa transmitiendo lo que fue en aquel entonces, como fiel testimonio del poderío de la Antigua Roma. Basta con Entrar y cerrar los ojos para imaginarse el público gritando con júbilo ante un espectáculo sin igual.






Fuente y foto: http://www.portalplanetasedna.com.ar/coliseo.htm - www.nationalgeographic.com.es/articulo/historia/.../ coliseo_roma.html - www.viajaraitalia.com

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